El consumismo en la moda en pro del feminismo

El consumismo en la moda y en otras industrias, generalmente viene cargado con una dosis de machismo en él, aún en el año 2023 aunque muchas marcas se esfuerzan por cumplir con requisitos para sus campañas que sean políticamente correctas. Actualmente estamos lejos de tener una era de consumo feminista, ya que vivimos en una era de consumo en pro del machismo.

Pero, ¿por dónde empezar?, ¿qué es el consumo machista?, Bueno, el consumo machista se refiere a que la industria de consumo capitalista está creada para el beneficio de un grupo segmentado de la población que sea hombre, blanco, con un poder adquisitivo alto, adulto, sin diversidad funcional, occidental, con un cuerpo normativo y con una sexualidad e identidad de género normativa.

¿En dónde se deja a las mujeres? Generalmente, las mujeres son las figuras usadas para las campañas publicitarias; mujeres blancas, de cuerpos delgados, jóvenes y que reflejan un poder adquisitivo alto. En un anuncio publicitario por lo general se encuentra una mujer con esas características, que además de lucir despampanante, tendrá su vida resuelta a lado de un marido exitoso, una familia ejemplar, una mascota y un hogar bien atendido.

La carrera de las modelos que vemos en estos anuncios publicitarios acabarán antes de que puedan trazar su propio camino porque sus rostros, sus cuerpos y en conclusión su atractivo físico ya no será el “ideal” después de la maternidad, el peso que trae consigo celulitis, estrías y rollitos y mucho menos al pasar los años con arrugas y canas.

Todo lo que consumimos nos induce a un estereotipo de vida a “desear” por las mujeres, donde puedes ser profesionalmente exitosa, siempre y cuando tengas tiempo para atender a tu familia y tener una belleza envidiable. Las películas y series de televisión, los juguetes para niñas, desde que nacen sus vidas están llenas de mensajes subliminales para que encajen en la sociedad que los hombres han diseñado para ellas.

Y, ¿qué sucede con los productos para mujeres?, siguiendo el lema “shrink it, and pink it”, es decir hacer los mismos productos para los hombres, pero más pequeños y simplemente rosas. Con el agregado que estos productos se ven incrementados también por algo que se llama “el impuesto rosa” que es el sobreprecio de un producto, sólo por ser dedicado al público femenino.

Pero eso no es lo único que repercute en los productos enfocados al sector femenino. También están los productos de belleza y del cuidado de la salud, que emplean propaganda de productos milagro prometiendo que conseguirán tener los cuerpos de las modelos que los promocionan y cosas imposibles de conseguir, poniendo en riesgo la vida de más de una mujer.

En la industria textil, sucede lo mismo, generalmente se enfoca la moda para los cuerpos delgados. Los anuncios usan modelos hermosas, con cuerpos de ensueño y con un poder adquisitivo alto, difundiendo el mensaje de que esa es la mujer perfecta. Algunas marcas optan por usar modelos plus size en sus campañas, pareciendo empáticas, pero en las tiendas no encuentras todas las tallas o no en todas las temporadas. Y ya ni hablemos de las t-shirts con leyendas feministas fabricadas por mujeres esclavizadas en algún lugar del mundo.

No existe una propuesta de consumo en pro de las mujeres y sus cuerpos reales, su diversidad racial, su diversidad sexual y su diversidad cultural. Pero, ¿qué podemos hacer para cambiar esto? No sólo es importante participar en proyectos eco-friendly, también es importante apoyar proyectos en pro de las mujeres, que existan campañas para todo tipo de cuerpos, y moda en las tiendas para cuerpos reales.

Apoyar empresas, marcas y diseñadores que den oportunidades laborales socialmente responsables con las mujeres, bien pagados, equitativos salarialmente y con las mismas oportunidades laborales en todos los cargos de la empresa.

Consumir productos que sean realmente necesarios, o confiables, consumir productos sin importar su color, sólo su funcionalidad y finalmente consumir la moda que nos haga sentir cómodas en nuestros cuerpos, que nos deje construir nuestro propio ideal de belleza y sin compararnos con la demás. Empecemos a construir una industria de consumo consciente.

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