La batalla entre Humanos y Robots en el Mundo de la Moda.
by @ReneMarcov
Desde los inicios de la revolución industrial, los hombres han tenido que adaptarse al cambiante ritmo de trabajo en casi todos los entornos industriales dedicados a la manufactura. Con la aparición de la tecnología, se ha puesto sobre la mesa un planteamiento que por un lado aboga por producir una mayor cantidad de bienes, en un tiempo más corto y con mayor calidad gracias a la ayuda de robots y maquinaria; mientras que por otro lado trata de reflexionar sobre la calidad de la mano de obra humana y la posibilidad de sustento que esto representa para millones de familias.
Es claro que nos encontramos en un punto crítico de la historia donde debemos decidir cuál es el papel que jugarán las máquinas en entornos como la Moda donde tradicionalmente todas las actividades son realizadas por humanos. ¿Estamos dispuestos a sacrificar el trabajo de miles de personas en la industria de la manufactura por acelerar aún más el ciclo de la moda?
El Fast Fashion ha acelerado el ciclo de consumo, esto representa una gran cantidad de artículos que se venden en tiendas de todo el mundo y que son manufacturadas en países donde la mano de obra es barata, donde no existen regulaciones sobre las condiciones de trabajo y donde las personas que participan del proceso no tienen garantías laborales de ninguna especie. Estamos sacrificando personas en pro de poder consumir más productos más rápidamente.
¿Nos estamos haciendo menos conscientes del sentido ético de la manufactura de productos? ¿Será que a los consumidores les importa solamente el producto y no aquellos participan del proceso?
Aunque el movimiento sostenible, que procura la calidad del producto atendiendo a las necesidades 360° del mismo desde el material hasta quienes lo fabrican, toma cada vez más fuerza dentro de la industria de la Moda también es cierto que no todas las empresas se preocupan por desarrollar prendas de vestir, calzado y accesorios de forma holística. Cada vez más documentales como Sweatshop y The True Cost presentan la realidad diaria ligada a la manufactura de prendas, una realidad llena de personas que sufren, pero que todos estamos dispuestos a soportar cerrando los ojos y la boca cada vez que entramos a comprar una prenda nueva.
Hace casi un mes, el MET presentó la nueva exhibición del año: Manus X Machina, que trata de presentar una mirada sobre como la tecnología ha impactado la industria de la Moda y como los procesos manuales han “sumado valor” al proceso de diseño. Ambas partes, máquinas y personas han tenido que encontrar una forma “cómoda” en la cual poder coexistir sin representar un gran peligro para el otro, un equilibrio bastante frágil. Una exhibición de esta magnitud en uno de los museos más afamados del mundo se vuelve sin duda un punto de referencia para la opinión pública, sobre todo cuando la exhibición es patrocinada por Apple, empresa ligada a la tecnología y el diseño; y Vogue USA, el referente de moda más importante del Mundo. El mensaje es claro, la tecnología no representa una amenaza para la mano de obra, por el contrario, el resultado de los procesos que combinan tecnología y trabajo manual puede ser ideal y deseable.
El pasado 19 de Mayo aparece en The Business of Fashion, uno de los portales más importantes dentro de la industria de la Moda, un artículo que habla sobre la gran oportunidad económica que representa la introducción de robots en los entornos de trabajo dedicados a la manufactura de prendas de vestir. Finalmente todas las piezas caen en su sitio. Se trata quizá de uno de los endorsement mejor planeados de la industria, donde los principales influencers de la Moda traen a la mesa el tema de la tecnificación de los procesos, habiendo preparado a la opinión pública para ver solamente las ventajas de la robotización de la manufactura. ¿Quién no querría un mayor surtido de prendas disponibles en las tiendas, a un precio menor y en un menor tiempo?
¿Hemos pensado en las implicaciones que tiene el hecho de quitar su trabajo a las manos de la industria y sustituirlos por máquinas? ¿Cuál es el futuro de esas personas en países donde no existen otras industrias en las que puedan emplearse?
El trabajo robótico, en efecto, puede evitar que los humanos sigan siendo explotados en los sweatshops, pero plantea también interrogantes importantes como: ¿A qué actividad económica van a dedicarse todas las personas que anteriormente eran empleadas en la manufactura de productos de moda cuando se vean desplazados por la tecnología? ¿Qué otras posibilidades de empleo ofrecen los países subdesarrollados donde la única fuente de ingreso es la maquila? ¿Emigrarán las personas a otros países en busca de nuevas fuentes de empleo? ¿Están esos países preparados para recibir a hordas de personas e integrarlas dignamente al entorno social?
Es cierto que no podemos negarnos al avance de la tecnología que nos permite ser más eficientes en todas las industrias, incluida la Moda, pero también sería prudente desarrollar planes de trabajo colaborativo entre robots y humanos que nos permitan adaptarnos de forma gradual al nuevo esquema de trabajo de tal forma que resulte en un impacto positivo para los productores, manufactureros y consumidores.