¿Por qué no hay un museo de Moda Mexicana?
by @ReneMarcov
La Moda significa por muchas razones diferentes. Se trata de productos con un alto valor en el mercado que satisfacen las necesidades reales de vestimenta de los consumidores a nivel global. Al tratarse en ocasiones de artículos de lujo, la Moda cubre también necesidades psicológicas de pertenencia y percepción en quien la porta. Funciona también como un conjunto de símbolos que nos permite conectarnos socialmente; es tan representativa de las épocas y los lugares que se vuelve, a veces sin quererlo, un referente cultural.
Esto la transforma en una pieza clave para entender el desarrollo de las sociedades y el contexto socio-económico y político de un periodo de tiempo. Comprender la carga cultural de la Moda conlleva la innegable responsabilidad de preservarla y compartirla.
Así lo entiende Rodrigo Flores, principal coleccionista de Moda en México y uno de los pocos que existen en Latinoamérica, quien esta semana ha anunciado que su colección que contiene aproximadamente 1500 prendas y accesorios de los siglos XIII al XX será subastada en Nueva York a finales del 2017.
Una colección de este tipo representa un reto económico para cualquier coleccionista pues se necesitan instalaciones especializadas para el almacenamiento de la misma, que permitan la conservación de las piezas. De acuerdo con el coleccionista Rodrigo Flores, México no podrá quedarse con la colección puesto que a los museos e instituciones mexicanas “no les interesa o no tienen partidas presupuestarias para adquirir este tipo de objetos”. Y aunque se intentó hacer un acercamiento a varios empresarios mexicanos tampoco se obtuvo una respuesta favorable.
La colección Flores es única en su tipo pues el propio coleccionista adquirió gran parte de las piezas en México, directamente con las familias que fueron guardianes de las prendas y accesorios por generaciones. Se trata también de un archivo histórico de recuerdos, anécdotas personales y conexiones emocionales de familias mexicanas con su pasado.
Muchas de las piezas de la colección, aquellas que no son mexicanas, han sido adquiridas directamente a anticuarios o han sido hallazgos del coleccionista en viajes por Londres, París y New York. La colección cuenta con prendas de Oscar de la Renta, Dior, Balenciaga, Nina Ricci, además de piezas de Charles Frederick Worth, y elementos de vestimenta masculina en seda de la época del segundo imperio mexicano.
Ya en diferentes momentos de la historia contemporánea ha quedado demostrado que las exhibiciones de Moda acercan un gran número de visitantes a los museos, por lo que desde el punto de vista cultural y económico deberían considerarse un atractivo interesante. ¿Por qué otros países son capaces de detectar la oportunidad, pero México aún no ha designado un lugar para una colección como la de Rodrigo Flores? El MET de Nueva York reportó la visita de 350,000 espectadores de su exhibición “China: Through the Looking Glass” mientras que el Museo Victoria and Albert de Londres vendió 480,000 entradas para la exhibición Savage Beauty.
¿Qué nos impide ver el potencial económico en la preservación cultural de los objetos de Moda? ¿Será que seguimos viendo a la Moda solamente como un montón de ropa? ¿Qué estamos haciendo desde la trinchera de la Moda para que socialmente se entienda nuestra industria como un sistema complejo que mezcla diseño y cultura? ¿Por qué privilegiamos la exhibición de indumentaria mexicana, muy rica en tradición y cultura también, sobre las muestras de Moda antigua y contemporánea?
Hasta que en México seamos capaces de encontrar valor en el Diseño, seremos capaces de comprender que la Moda merece un lugar para su conservación y difusión y quizá entonces surja un espacio especial dedicado especialmente a la Moda que pueda exhibir colecciones como la de Rodrigo Flores, aunque sea como una exposición temporal internacional invitada.